jueves, 20 de agosto de 2009

Carnés de buenos y malos

Me enseña la hermana de mi abuelo la foto de sus bisnietos barceloneses: ha vuelto a Caravaca de vacaciones y está contentísima porque su familia catalana conozca dónde nació. Como tantos, emigró a tierras más ricas durante el franquismo. Allí rehizo su vida que, desde entonces, ha sido un constante retorno a sus orígenes. No fue sólo ella: en el franquismo se produjo la mayor emigración interior de la historia de España. Así se crearon vínculos fraternales entre los distintos pueblos (aunque fuera en el hambre, en la falta y el ansia de libertad) que los partidos independentistas tratan de destruir. Aunque, curiosamente, han logrado otro objetivo: los dos grandes partidos nacionales se dedican también con ahínco a la «noble» destrucción.



Primero ha sido el PSC y ahora algunos populares se suman al disparate exigiendo un examen de valencianía a Leire Pajín. No creo que prospere, no es más que otra boutade con la que se entretienen en verano los políticos. Lo de Leire Pajín no es como lo de la hermana de mi abuelo, y debería reformarse de una vez el Senado para que funcione como una auténtica cámara territorial. Pero, mientras, los ciudadanos elegimos partidos políticos y estos colocan sus fichas donde mejor se les antoje: Bermejo en Murcia, Leire Pajín en Valencia por citar los más renombrados en estas tierras. Una vez apareció en televisión un reportaje sobre la gallina vasca: a simple vista era igual que la española, pero no, la de la tele era vasca. Espero que los populares valencianos no hayan encontrado algo parecido: un gen que los diferencie del resto, ni que obliguen en su examen a la Secretaria de Organización del PSOE a vestirse de fallera o, más lejos todavía, quemarse a lo bonzo como si se tratara de una gran falla. Sólo han de escuchar a otro miembro de su partido, Antonio Basagoiti: «En el País Vasco hay quienes quieren dar carnés de buenos ciudadanos o malos ciudadanos en función de una ideología».
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1 comentarios:

rubencastillogallego dijo...

Ay, Dios. Cuánto tonto suelto. Y cuanto "listo", también.