
Pero sorprende con el descrédito de la política en casos como Gürtel que los jóvenes todavía dediquen a ella sus esfuerzos. Sobre todo porque las políticas económicas les afectan especialmente sin que sus partidos los remedien: el paro supera el 28% en la población menor de 30 años, mientras que esos mismos jóvenes (los que tuvieran trabajo, claro), tendrían que haber invertido en 2008 más del 80% de su salario en comprar una vivienda. La generación de la Transición cumplió su objetivo: traer la democracia y la paz a un país que no la había conocido en su Historia. La siguiente, y que ahora gobierna o ejerce la oposición, es decir, la de Zapatero (del 60) o Rajoy (del 55), ha vuelto a instaurar en España un clima rancio, de enfrentamientos con una carga ideológica más propia del siglo XIX. Además, también está la ruina económica. Años llevan diciéndonos que seremos, los que nacimos en democracia, la primera generación que tendrá un nivel de vida peor que el de nuestros padres. No van a ser nuestros políticos desgastados, para los que el tiempo pasa, nos vamos volviendo viejos, que cantaría Pablo Milanés, quienes construyan la España del siglo XXI.

A veces parece que los políticos quieren a sus jóvenes para que digan amén a todo lo que dicen. Para que salgan en televisión detrás de ellos porque hay que reconocer que son más guapos y con las carnes todavía prietas.
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