lunes, 16 de agosto de 2010

Traición en Fort King, de Budd Boetticher


Ya casi nadie se acuerda de Budd Boetticher. Solamente los amantes del toreo (dirigió La amante del torero, por cuyo guión fue candidato al Óscar, Santos el Magnífico y su obsesión, un documental sobre el torero Arruza) y del western (aunque su unión con Randolph Scott, que dio lugar a varias películas, entre ellas dos magníficas, Los Cautivos y Estación comanche, sea poco memorable si se la compara con la de Ford y Wayne o Mann y Stewart). Fuera de las pelis del Oeste dirigió La Ley del Hampa, que nada tiene que envidiar a las películas de gangster de Fuller o Siegel).
Entre 1952 y 1953, dirigió tres western, uno con Glenn Ford y los otros dos con Rock Hudson, de los que destaca sobre todo Traición en Fort King y Richard Carlson frente a Hudson como si se trataran de Henry Fonda y John Wayne en Fort Apache. Un western que es un canto a la amistad entre los hombres por encima de las razas, donde el auténtico ilustrado sea el mestizo Anthony Quinn (muy por encima del resto de los protagonistas), donde hay una relación interracial entre indio y blanca (hasta la fecha el caso contrario era mucho más habitual), con un final fantástico. El único pero es que la relación entre Anthony Quinn, Barbara Hale y Rock Hudson podía haber dado para más.

La dificultad de los actores no anglosajones en Hollywood
En ese mismo año 53 Anthony Quinn participa en Viva Zapata! y a partir de los 60 ya será considerado un grande en Hollywood. Pero comenzó a hacer películas en los años 30 y en Traición en Fort King, Barbara Hale, más conocida por hacer de Della Street en la serie sobre Perry Mason, aparece en segundo lugar en la lista de créditos tras Rock Hudson. En un mundo anglo el mérito de los Anthony Quinn fue mucho mayor.
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