martes, 21 de septiembre de 2010

Liberales del XIX español, de Isabel Burdiel y Pérez Ledesma


La primera mitad del XIX español estuvo llena de personajes de vida fascinante: Avinareta, Torrijos, Marchena, Mariana Pineda... A todos ellos dedican unas breves biografías (apenas unos esbozos) varios historiadores españoles en Liberales, agitadores y conspiradores, coordinado por Isabel Burdiel Y Pérez Ledesma.



Cuanto más sabemos de ellos, más aburrida se vuelve su vida, como ocurre con Ruiz Zorrilla y Mendízábal (no con Blasco Ibáñez porque su capacidad de engrandecer su vida era muy grande). Pero no puedes dejar de reír con los comentarios de Ménéndez Pelayo sobre Marchena: el presunto abate inventó un nuevo cuento de Petronio y tenía como mascota un jabalí, al que le dedicó sonetos tras fallecer de muerte natural (eso sí, el velatorio acabó con la fiel mascota como comida).
Echo de menos a los Cabarrús (padre e hija) y a Eugenia de Montijo y, tal vez, a alguno de los libertadores de América como Francisco de Miranda (quien fue amante de, entre otras, Catalina la Grande). Pero me extrana que Torrijos no tenga una película como cualquiera de los grandes héroes románticos. Como Lord Byron, por ejemplo. Hay que señalar que Torrijos fue uno de los primeros ídolos de los Apóstoles de Cambridge, entre los que destaca el poeta Tennyson. Curiosamente este libro toma como modelo el Victorianos eminentes de Lytton Strachey (aunque los españoles son historiadores profesionales, mientras que el británico no lo es y no le importa falsear las historias para conseguir su objetivo de entretener) que perteneció al círculo de Bloomsbury con Virginia Wolf (fueron prometidos durante cuatro días), Keynes (Bloombsbury era tan elitista que lo ridiculizó por haber tenido relaciones heterosexuales durante la I Guerra Mundial. Sus mayores críticas a Versalles pudieron responder más a la presión de los amigos que a sus propios pensamientos). Algunos de los espías de Cambridge también fueron próximos al Círculo.
El XIX español es un siglo de fracasos, de guerras civiles (no otra cosa fueron las carlistas) que recorren décadas y décadas hasta acabar en la del 39, la pérdida de Cuba y Puerto Rico y Filipinas, un colonialismo de segunda en Marruecos y los fueros vascos y la desamortización... Nada heroico tras la expulsión del francés y, sin embargo, no puedo evitar pensar que sin el asesinato de Prim la Monarquía saboyana pudo funcionar, que si a la condesa de Espoz y Mina le hubieran dejado educar a Isabel II tal véz ésta pudiera parecerse a la Reina Victoria...

PD. Pero queda Torrijos, que merece una película o una serie. Como la merecería el Rey Rodrigo, el personaje más romántico de nuestra historia, que a Juaristi le extrañaba que no fuera nuestro mito fundacional y sí Pelayo.


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