martes, 14 de septiembre de 2010

Terry Jones no se animó: provocaciones anticristianas y antimusulmanas

Terry Jones
Al final Terry Jones no se ha comportado como un buen Monty Python y no ha quemado el Corán. Pero animamos a cualquier valiente a que lo haga: de momento creo que hay catorce muertos (y una Iglesia católica quemada, aunque esperemos que a nadie se le ocurra quemar la Mezquita de Córdoba como represalia), me parece que la mayoría musulmanes. Los fanáticos religiosos son tan estúpidos que, además de hacerle daño a los otros, suelen causarse uno mayor.

En otro post señalaba la paradoja que producen los que se divierten provocando, y nos parece normal, a los cristianos. Y el miedo que tienen a hacer lo mismo con los musulmanes. Los Theo van Gogh y los Salman Rushdie no abundan. Pero si los apayasados como Leo Bassi.
Arcadi Espada enumera algunas provocaciones anticristianas: "Aparece el primero de Los Cantos de Maldoror, del Conde de Lautreamont, que mezcla religión, sexo y crimen (1867). Nikos Kazantzakis escribe La última tentación de Cristo (1960) y Scorsese la lleva al cine (1988). Buñuel parodia la Última Cena en Viridiana (1961). Fernando Arrabal le dedica un libro a un joven cagándose «en Dios, la Patria y todo lo demás» (1967). Monty Phyton estrena su sátira religiosa La vida de Bryan (1979). Godard dirige Yo te saludo, María, versión carnal de la concepción de Jesús (1984). Madonna coquetea con un Cristo negro en su vídeo Like a Prayer (1988), y aparece «crucificada» en su gira Confessions on a Dance Floor (2005). Oliviero Toscani retrata para Benetton a un cura y una monja besándose (1991). Sinéad O’Connor rasga ante las cámaras una foto del Papa (1992). Marylin Manson escenifica la quema de una Biblia en su gira Antichrist Superstar (1996). José Saramago escribe El Evangelio según Jesucristo (1998); a su muerte, la edición portuguesa de Playboy lo homenajea colocando a Jesús en un burdel. El fotógrafo José Antonio Montoya publica Sanctorum, una serie de figuras católicas en poses sexuales (2002). Javier Krahe enseña «cómo cocinar un Cristo», Maragall saca una foto a Carod Rovira jugando con una corona de espinas en Jerusalén y Leo Bassi parodia al Papa en su espectáculo La Revelación (2005). El Museo de la Catedral de Viena exhibe Religión, carne y poder, de Alfred Hrdlicka, que incluye una orgía apostólica (2008). La Galería de Arte Moderno de Glasgow, en una exposición a favor de los derechos de los gays, pone una Biblia a disposición del público para que deje en ella sus comentarios (2009). En Rótova, Valencia, un joven se quita la hostia de la boca y la pisotea ante el cura en plena misa de la Divina Aurora (2010)".Lo peor de esta polémica de los coranes no es que los musulmanes se comporten como los analfabetos que suelen ser (religión y escasa formación y nivel cultural van de la mano: vale para evangélicos, católicos y, por supuesto, musulmanes. Además, un reciente estudio le ha quitado la razón a Max Weber y la presunta ética de trabajo protestante o calvinista), sino, como dice Arcadi, "Todos estos actos más o menos cargados de sentido, sarcasmo y brutalidad han sido posibles por algo que caracteriza a nuestro mundo laico: la constatación de que no hay ninguna creencia sagrada. Que dan igual Dios, Lenin, la Democracia o el Horóscopo". Y también: "La única posibilidad moral que Obama tiene de justificar las invasiones es la defensa de un orden donde puedan quemarse biblias y coranes y hacérselo sobre lo más barrido". Y donde sus prostitutas de lujo, tipo Karzai, no hagan retroceder a las mujeres a los tiempos de los talibanes.

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