viernes, 29 de octubre de 2010

Antígona: el camino del rebelde



Antígona marca más que ningún otro personaje de la tragedia el camino del rebelde: la conciencia individual por encima de las normas que repugnan nuestra dignidad. Cuando el poder, encarnado en Creonte, ordena que no se dé sepultura a Polinicines; su hermana, Antígona, aun sabiendo que ella también morirá si desobedece, lo entierra.
(Esta es la interpretación sobre el mito de Antígona que prefiere la ensayista Irene Lozano en El Inconformista. La falta d eideas de la izquierda en la crisis actual).

España se parece más a la aburrida Suiza de Carol Reed/Orson Welles que a la Grecia de Sófocles. Gracias a Dios, pero no quita que exista el abuso y que excusemos nuestra indiferencia con un «qué puedo hacer yo solo». Olvidamos que en la disidencia pueden coincidir varias personas, aunque en última instancia es una decisión solitaria. No podemos hablar «en nombre de…». La católica Rosa Blanca, exterminada por Hitler, no exculpa a los alemanes de su adhesión al nazismo. Porque individual fue también la complicidad de muchos de ellos: fueron hombres los verdugos, no un «pueblo sediento de sangre», que no existe más que en la ficción (alguna muy bella).
Pero no vivimos en países ni circunstancias como las de Antígona o la Rosa Blanca (colaboración o muerte), por lo tanto, debemos mostrar una actitud crítica ante los desmanes del poder y exigir una mayor participación política. El simple hecho de votar partidos que promuevan la corresponsabilidad de la ciudadanía en las decisiones basta.
Avergüenza entonces mirar a Marisol Valles frente a las cámaras de televisión y pensar en nuestra indiferencia ante el sufrimiento de los inmigrantes, la obscena confusión entre víctimas y verdugos, el aplauso a quienes se felicitan de cercenar la libertad de expresión, la ambigüedad con el corrupto…
El caso de Marisol contradice la aseveración de Mercè Rodoreda que yo tomaba por valida: «El hombre de hoy no es heroico, le basta con sentirse poderoso». No hay nada de poderoso en una muchacha de veinte años, con un bebe de dos meses, que a cara descubierta asume el trabajo más peligroso del mundo: directora de policía en un municipio cercano a Ciudad Juárez donde sus predecesores han sido asesinados (cinco de ellos decapitados). Sí el coraje del que espera una ciudad mejor donde vivir con su familia.

PD. Dos meses después de asumir el cargo Marisol Valles, nacida en 1990, huyó a Estados Unidos donde pidió asilo político.
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