martes, 1 de febrero de 2011

El discurso del Rey

Colin Firth, en el Discurso del Rey, como Jorge VI
El discurso del Rey es la película que más nominaciones tiene a los Oscar: doce. De los que ganará merecidamente muchos que tengan que ver con vestuario, decorados, etcétera. Y, según todas las quinielas, también el de Mejor Actor para Colin Firth y el de Mejor Película.

En este sentido, el Oscar, si lo consigue Colin Firth, será más que justo (envejecer le sienta bien. Viendo Lost in Austen hacían una broma sobre Colin Firth en Orgullo y prejuicio de BBC: "Ni siquiera Colin Firth es tan guapo como Colin Firth". Después el nuevo Darcy salía del lago empapado en una escena meta porque la chica ya había visto la versión BBC) porque ésta es una película sobre todo de actores y diálogos brillantísimos, aunque yo destacaría sobre todo a Helena Bonham Carter como mujer del Rey (no me había gustado tanto desde Las alas de la paloma). Ese personaje que, en la pelicula ama profundamente a su marido (la secuencia en la que le explica por qué se casó con él) y a la vez mantiene en todo momento una distancia irónica de los demás (cuando conoce a la mujer del logopeda, por ejemplo) mientras que Colin Firth es más dado, por su propio defecto, a sufrir ataques de cólera, a perder la compostura.
Lo que no cuenta la película, es más interante que lo que cuenta: la abdicación de Eduardo VIII, su hermano, quien tenía simpatías nazis y algunos historiadores como Martin Allen lo acusan directamente de traidor, Wallis Simpson (Madonna amenazó con hacer una película sobre ella), la divorciada con la que se casa y que le lleva a abdicar, Churchill, quien nunca se llevó demasiado bien con el que sería Jorge VI y, sobre todo, con su esposa... Sin embargo, el director rehuye en su mayor parte los cotilleos, las causas... y allí habría otra película. La de por qué Jorge VI comienza de niño a tartamudear, la relación con su padre, con su hermano... Incluso preguntarnos si Jorge VI no deseaba realmente ser Rey, aunque siempre diga todo lo contrario por miedo a su tartamudez.
La película se disfruta, pero no creo que dentro de diez, de veinte, de cuarenta años, se recuerde como un gran Oscar si finalmente gana el de mejor película o el de mejor director (este, en cualquier caso, espero que lo gane Aronofsky). Pero es una película entretenida sobre todo para los británicos que recuerdan perfectamente la II Guerra Mundial y 1939 y 1940 (del mismo director, Tom Hooper, la miniserie sobre John Adams, mucho mejor que esta película pero había momentos en que por desconocimiento de la historia norteamericana no sabía bien qué pasaba). Lo peor que tiene es quizá que sea políticamente muy correcta, cuando podía hacerse una película muy oscura; lo mejor, la química entre Bonham Carter y Firth (quien no solamente tartamudea, no es Forrest).

PD. Quizá esperamos demasiado de los Oscar.
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