viernes, 26 de agosto de 2011

Diarios 1999: 10 de mayo

1.-        Llevaba más de un mes sin ir a clase. En el autobús ya sentía ese vértigo en el estómago que recuerdo de cuando estaba con Raquel y esperaba verla. La Universidad, igual. Algunos me observaban con curiosidad ; dos o tres (¡mentira !, sólo uno) me saludaron efusivamente ; la mayoría, indiferencia. Había prácticas y yo no tengo grupo, así que he ido a la fotocopiadora y después a la cantina. Después he tenido dos clases. Y entre clase y clase me he tropezado con mi tutora. Creo que su reprimenda no ha sido más severa porque trataba de entenderme y no lo lograba. Ahora estoy satisfecho con la mañana : tengo una parte de los apuntes, aprobaré (tengo que hacer un trabajo) la asignatura de Historia de la Comunicación y espero que esto tenga continuidad. Pero al principio todo ha ido mal : ya he hablado del vértigo en el estómago (o, para ser más crudo, dolor de estómago, diarrea, etc.), y debería hacerlo igualmente de cómo cegaba el sol : todo parecía de otro mundo mucho más salvaje, hablar de las ganas de llorar y esconderme y hacerme pequeño al ver a lo lejos a mi tutora (quizá una hora antes de nuestra conversación), entonces la he rehuido y me he encontrado en medio del aparcamiento, indeciso, dudando si retroceder. Aun así espero que este día tenga continuidad.

2.-        En la Universidad estaba Raquel Fuentes (creo que se llama así, aunque antes quise, deseé, que se llamara Cristina), la mujer de pelo rojo y gruesos labios que me tuvo desvelado durante semanas. Sigue igual : mezcolanza de un aire virginal con algo de loba. ¡Quisiera volver a enamorarme ! Pero también es cierto que cada vez pienso menos en la otra Raquel (qué extraño, dos mujeres del mismo nombre y tan distintas : salvo el pelo rojizo). Sin embargo en estas fiestas reapareció en mis sueños. Tuve erecciones y todas esas cosas, pero lo que me preocupó es que sus rasgos físicos, incluso su carácter, aparecían suavizados ; una falsificación más conseguida, al despertarme lo comprendí : la estaba reformando, no obstante, la mala fortuna hizo que al salir de mi piso tropezara con ella. Entonces la observé con los ojos de mi sueño.

3.-        No mires atrás de Edward Burns. Tenía un interés especial por ver esta película, ya que la anterior de este actor - director me sorprendió agradablemente : se llama Ella es única y es una comedia encantadora. Con esta película, Edward Burns (actor principal junto a Jon Bon Jovi y Lauren Holly), se pasa al drama. Un drama sobre jóvenes (ya no tan jóvenes) trabajadores de treinta años. Sé distinguir una producción de Hollywood de otra europea, pero no estoy seguro de saber identificar el nuevo cine independiente. Creo que la edad de los protagonistas (siempre rondando los treinta) importa, la palabra (constantemente hablan) subordina a la imagen, la música es omnipresente (unas veces más baja para escuchar los diálogos y otras más alta y casi parece un videoclip), etc. Ahora hablemos de la película. El final me ha decepcionado, la protagonista abandona el pueblo para encontrarse a sí misma. Un final bastante esperanzador teniendo en cuenta las otras alternativas : quedarse en el pueblo junto a ese novio (genial Bon Jovi, alejado del glamour (entre comillas) de una estrella de rock comercial) o marcharse con un antiguo amor que mantiene una clara semejanza con su padre, y la relación de ellos repetiría la de sus padres. Estos paralelismos (subrayados) convierten la película en un film de trazo grueso. Otro error de la película es el abundar en imágenes preciosas. Muchos paseos por la playa : puestas de sol o amaneceres (da igual), mucha música tristona subida de volumen (eso sí, de la buena) mientras se busca la mejor foto de los actores principales. La estética del videoclip. Por lo menos un videoclip sereno, alejado del videoclip brutal tipo Armaggedon. Los mejores momentos de la película, aparte de algunos buenos diálogos (otros, la mayoría, sobrantes de tópicos), los ponen los actores cuando se apaga la música y vemos sus rostros, rostros de hombres que sufren, que vegetan, que no se comprenden y que se hacen daño. Si la película estuviera llena de estos momentos (recuerdo la conversación de Lauren Holly, que va romper y que finalmente rompe a llorar, mientras un Bon Jovi (sólo por esta escena se le puede perdonar que cante) destrozado le pide que se vaya), sería una gran película : el tema, ya tratado muchas veces, es inagotable ; pero si así fuera no sería esta película de Edward Burns ni de nuevo cine independiente americano. No faltan (no podían faltar) los amigos, los bares, la familia. Para hablar de otra cosa, lo que más me ha sorprendido es el cambio de unas secuencias a otras : no ha terminado la música y ya se escucha el desagradable ruido de un camión, y así continuamente. Mención aparte es Lauren Holly : bellísima, más que nunca, su rostro lo ilumina todo. En su sonrisa hay una contradicción, siempre crees que aunque es franca y luminosa puede terminar en un mohín de amargura. En el cine estábamos cuatro personas. Mientras salía recordaba una escena de Ella es única : el hermano del protagonista le preguntaba a su amante que porqué le dejaba por un viejo, y ella le respondió que con ese viejo no necesitaba fingir los orgasmos.
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