"La última evidencia de este decaer de los acontecimientos es la aparición, desde hace ya más de una década, y por vía de anglicismo, del término evento como sustituto de "acontecimiento", para designar una clase concreta de ficciones colectivas diseñadas específica y metódicamente como espectáculos, es decir, con la previa garantía de que en ellas nunca puede pasar nada". Así escribía en El País José Luis Pardo el 9 de agosto.
Fue antes de la llegada de B16 (lo juro: ayer o anteayer se lo leí a un columnista de ABC: al principio no sabía si era un nuevo tipo de bombardero, una vitamina para la resaca o...).
Se "vende" como acontecimiento el "encuentro planetario" de Zapatero y Obama; la visita del Papa y tantos jóvenes (si en España había tanta joven guapa y el próximo es en Brasil ese si puede ser un acontecimiento... por lo menos para mis ojos) a Madrid; "el partido de siglo" de cada tres meses entre Madrid y Barcelona. Se "venden" antes de que sucedan. Ya todo es "acontecimiento": lo mismo el Rock in Rio que la expulsión de un concursante de Gran Hermano. Pero el encuentro Obama-Zapatero no ha tenido ningún significado, ni cuando llovía a cántaros en Madrid se abrió el séptimo sello, ni el partido de fútbol mayor relevancia...
O no. A lo mejor de aquí a unos meses "las mocitas madrileñas" se aburren del Madrid de Mourinho y se hacen monjas (no creo que por mí, como en la canción) o comienza una guerra entre Madrid y Barcelona o entre España y Portugal. ¿Quién sabe?
Pero lo que habitualmente vivimos en Europa son "eventos" como los de facebook en los que escoges. Asistiré: Sí, No, Tal Vez. Tampoco es que se haya acabado la Historia, como pronosticaba Fukuyama, sino que ha desplazado unos grados al sur. Aunque vuelen trenes en Madrid, se cometan asesinatos en serie en Noruega o arda Londres. Todavía aquí hay acontecimientos, pocos pero quedan.
Pero mientras Misrata se liberaba y, gracias a la OTAN, con otras poblaciones rebeldes liberaba Trípoli; la nueva propuesta de Rubalcaba para esperanzar a los suyos, las palabras del "demócrata" de Bildu o la visita del Papa se relativizan bastante.
La historia de verdad, como en una novela de Víctor Hugo, ya no existe en Europa: ni barricadas, ni ideas, ni campos sembrados de cadáveres: lo nuestro son eventos virtuales. Este fin de semana puse unas velas virtuales en honor a B16; hice una quedada virtual con unos indignados y hasta tuve sexo virtual (esto es lo único que hecho de menos, el real, por lo demás, con aire acondicionado, refresco en la nevera y el teléfono de la Capri ya puede la Historia con mayúsculas o minísculas pasar sin llamar a la puerta).
0 comentarios:
Publicar un comentario