domingo, 11 de septiembre de 2011

De Penélope a Teodora (falta Antígona): mujeres de la antigüedad

Clodia
Mujeres de la Antigüedad, coordinado por Jesús de la Villa, nos ofrece diez retratos de mujeres de Grecia y Roma. Algunas reales (Safo, Aspasia, Cornelia, Cleopatra, Agripina la Menor, Julia Domna, Teodora), otros literarios (Penélope, Lisístrata) y uno idealizado la Lesbia/Clodia.

Faltan muchísimas, aunque en Atenas (a diferencia de otras ciudades grecias o Roma) el papel de la mujer fuera secundario: "a las cortesanas las tenemos por placer, las concubinas por el cuidado cotidiano del cuerpo, y las esposas para procrear legítimamente y tener un fiel guardián de los bienes de la casa", escribe Pseudo-Demóstenes.
En el primer capítulo María Eugenia Rodríguez escribe sobre Penélope y la Odisea (y reinterpretaciones modernas: "La Odisea nos presenta una figura de una mujer caracterizada por tres rasgos: es una mujer enamorada; es una mujer de recursos, contrapartida perfecta  de Ulises; es una mujer de intachable fidelidad, resaltada, además, por oposición a los demás miembros femeninos de su familia [Clitemestra y Helena]".
De Safo, lo hace Marcos Martínez, que define así su importancia:  “a) En la primera mujer poeta de Occidente, siendo, a su vez, la mejor de entre todas las poetisas griegas de la Antigüedad; b) Es la primera mujer que expresa y canta su homosexualidad, siendo en este aspecto la representante más cualificada de la literatura homoerótica femenina griega; c) Es una de las grandes figuras de la literatura universal, especialmente en asuntos relacionados con el amor”. Aunque advierte que en la antigüedad la fama de las mujeres de Lesbos no tenía que ver con la homosexualidad:  “La fama de la belleza de las mujeres de Lesbos hay que relacionarla con la modalidad erótica de la fellatio en la que estas mujeres eran muy expertas y solicitadas en la Antigüedad […] Por lo tanto, lesbia o muchacha de Lesbos tenía más bien el sentido de fellatrix y no de “mujer homosexual” o lesbiana, al menos hasta el siglo IX o X de nuestra era”.
Sobre Lisístrata mucho se ha insistido en un feminismo de Aristófanes o, por el contrario, ese mundo al revés que ocurre en Carnaval o en las bacanales o cualquier fiesta de locos. Esperanza Rodríguez apuesta por esta segunda interpretación.
También está Lesbia/Clodia, de la que muchos cuando jóvenes aprendimos los versos que le dedicara Catulo: y este es el problema: “Pocas fuentes son tan descaradamente tendenciosas, lo que nos obligará a dudar no poco de la pintura partidista de Cicerón y del rencor de un joven enamorado abandonado”. Una Clodia, según Antonio López, que “ocupa el punto exacto de deseo, a medio camino entre los dos polos en el ideal erótico-sexual de los hombres nobles de este siglo I a. C.]: la matrona y la prostituta, moviéndose entre las normas de servidumbre y los vicios del placer”
A estas mujeres yo le hubiera añadido el que me parece el más interesante, masculino o femenino, de la tragedia: el de Antígona, no en el sentido de memoria histórica, por ejemplo, que le da Jordi Ibáñez, al enterrar sus muertos, sino en la interpretación de Irene Lozano, como ejemplo progresista de insumisión contra el Poder: Antígona entierra a su hermano a pesar de la prohibición de Creonte, tío suyo y futuro suegro: la rebelión contra el Poder injusto aunque acarree la muerte.
Antígona, el ejemplo a reivindicar...

Muchas Antígonas en el Festival de Mérida 


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