miércoles, 4 de enero de 2012

Supernatural, una joya del fantástico de los años 30


Una estranguladora en la silla eléctrica; un espirista farsante, una millonaria (Carole Lombard) cuyo hermano gemelo ha muerto de repente, y tiene a un joven Randolph Scott como pretendiente; un psicólogo que teme que la maldad no desaparezca con la muerte del cuerpo... en apenas 70 minutos, y desde esos terroríficos (pero entrañablemente ingenuos) títulos de crédito (y las citas a Confucio, Mahoma y los Evangelios), Supernatural (Sobrenatural, 1933), resulta ser uno de los filmes fantásticos o de terror más extraños y mejores de una década, la de 1930, donde abunda las obras maestras de un terror, que ya no da miedo pero se disfruta igualmente.
Secuencias antológicas como ese perro que lleva las zapatillas, como por costumbre, al sofá de su dueño fallecido, y ladra cuando escucha grabada su voz en un disco; o el cambio de Carole Lombard de chica con cara de ángel (por tomar el título de otra película) a vampiresa, el contraste entre la mansión de la millonaria y el edificio donde vive el espiritista, con sus ventanas sucias, su casera borracha y las cucarachas en la cocina (pocos años después, incluso en las más realistas de las películas de Hollywood, desaparecerán las cucarachas como cualquier otro objeto o animal que huela a suciedad).
Primeros planos (o planos detalle) de los ojos, del anillo del espiritista, las manos, sombras, imágenes superpuestas, la música que precede la acción... muchos de estos recursos los usarán más tarde otros directores del fantástico como Jacques Tourneur en ese lograr una atmósfera sin mostrar más de lo necesario.
Carole Lombard participó por primera vez en una película en 1921 (con el nombre de Jane Peters). Por la época de Supernatural rueda las primeras grandes películas: No man of her own (con Clark Gable, quien fuera su marido hasta el fallecimiento de ella en un accidente de avión), Bolero o La comedia de la vida (una obra maestra, casi desconocida, de Howard Hawks con John Barrymore de coprotagonista).
Victor Halperin dirigió otra obra maestra del fantástico de comienzos de los 30, La legión de los hombres sin alma. Desconozco el resto de su filmografía, que no es amplia.

PD. Crítica de Tomás Fernández Valentí en Dirigido.



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