Guor Marial, refugiado de la guera de Sudán de Sur |
Los Juegos Olímpicos parecían
tocados de muerte. Corría el año 1980 y, tras la invasión de Afganistán por
parte de los soviéticos, muchos países, entre ellos Estados Unidos e
Inglaterra, decidieron no participar en las Olimpiadas que se celebraban en
Moscú. Pero los países no compiten, sino hombres y mujeres. Y fueron dos
británicos, Sebastian Coe (del mismo partido que Margaret Thatcher, la
ministra que impuso el veto) y Steve Ovett (llegó a correr con una camiseta con
la hoz y el martillo), quienes acudieron al rescate. Lo cuenta Santiago
Segurola en uno de sus excelentes artículos deportivos recopilados en Héroes de nuestro tiempo. Una rivalidad
en dos actos, unos 800 y unos 1.500 metros, que convirtieron los Juegos
Olímpicos en el acontecimiento deportivo más importante que se puede
presenciar.
Parecía tras el desmoronamiento soviético que los Juegos Olímpicos serían ese lugar donde celebrar (desde nuestro sillón) las proezas de los nuevos héroes: los Thorpe, Phelps, Bolt, la jovencísima nadadora Ye Shiwen… Pero los periódicos continúan con el ranquin de medallas por países (una nueva Guerra Fría, esta entre China y Estados Unidos), la rivalidad se confunde con enemistad y en «esta España mía, esta España nuestra» los mismos que medían «su» éxito por las victorias de la Selección Española viven una depresión olímpica que más les valdría transformar en rabia cuando a la vuelta de vacaciones les comuniquen que han perdido trabajo, vivienda, pan para sus hijos… la posibilidad de una vida diferente a la de un perro.
Parecía tras el desmoronamiento soviético que los Juegos Olímpicos serían ese lugar donde celebrar (desde nuestro sillón) las proezas de los nuevos héroes: los Thorpe, Phelps, Bolt, la jovencísima nadadora Ye Shiwen… Pero los periódicos continúan con el ranquin de medallas por países (una nueva Guerra Fría, esta entre China y Estados Unidos), la rivalidad se confunde con enemistad y en «esta España mía, esta España nuestra» los mismos que medían «su» éxito por las victorias de la Selección Española viven una depresión olímpica que más les valdría transformar en rabia cuando a la vuelta de vacaciones les comuniquen que han perdido trabajo, vivienda, pan para sus hijos… la posibilidad de una vida diferente a la de un perro.
Coe y Ovett |
3 comentarios:
La hipocresía de los gobiernos británico y estadounidense no conoce límites.
Este año debía haber ocurrido un boicot con más motivo, tras largos años de invasión.
Digo con más motivo porque los soviéticos fueron provocados para entrar en guerra, no con Afganistán en sí, sino con los yihadistas financiados por occidente.
Saludos.
De esos polvos les vienen estos lodos: crearon el mayor criadero de terroristas que se les volvió en contra. Un saludo
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