miércoles, 19 de septiembre de 2012

Luces rojas: Rodrigo Cortés entretiene y poco más

Rodrigo Cortés me engañó en su anterior película.
Que Ryan Reynolds tuviera un móvil en Buried (Enterrado, 2010) es como copiar en un examen.
Luces Rojas (Red lights, 2012) resulta una historia más convencional que Buried, pero entretiene como esta, que no es poco: en las dos hay querencia por ese golpe de efecto final que popularizó El sexto sentido.

Reparto de lujo: Robert de Niro (de quien consigue que se olvide de su habitual sobreactuación,), Sigourney Weaver, Cillian Murphy, Elizabeth Olsen y Joely Richardson (en unos papeles innecesarios, aunque no se debe descartar que aparezca pronto un montaje del director con escenas añadidas de ellas: tal vez cuando vio que rozaba las dos horas cortó y cortó escenas).
Dos horas en las que se muestra mejor en las secuencias intimistas (los diálogos entre Cillian Murphy y Sigourney Weaver, por ejemplo) que en las de climax, que recuerdan a un hermano pobrísimo de El truco final.
Casi tan impersonal el cine de Rodrigo Cortés, como el de Jaume Collet-Serra (Sin identidad), con un equipo técnico con muchos españoles en él demuestra que se puede hacer aquí (con dinero) cine comercial como el de Hollywood. Repito: Luces Rojas entretiene, pero desaprovecha una idea interesante con un guión con demasiados huecos y algún que otro actor famoso que parece que está para hacer nombre.

Sinopsis: Una parapsicóloga y su ayudante intentan desacreditar a un vidente que ha recuperado el prestigio después de haber pasado treinta años sumido en el olvido; el problema consiste en que el cerebro casi siempre nos transmite una imagen distorsionada de la realidad. (FILMAFFINITY)


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