jueves, 31 de enero de 2013

Isabel II, de Isabel Burdiel

Isabel Burdiel ganó en 2011 el Premio Nacional de Historia con su biografía de Isabel II (publicada por la editorial Taurus), todo un hito en la historiografía española que en muchos casos se ha quedado del personaje tan solo con su azarosa vida privada aunque ésta, como demuestra Burdiel, fue utilizada políticamente desde el Rey consorte, la camarilla de religiosos que la acompañaba, periódicos de la oposición...
Pocos reyes de España tienen tan mala prensa como Isabel II (durante el Franquismo y en la actualidad; en 2004 ningún miembro de la Familia Real acudió a la inauguración de la exposición por el centenario de su muerte, como sí acudieron a la conmemoración de Cánovas y Sagasta); una reina en el momento del nacimiento de la opinión pública y de la moral burguesa  y el nuevo papel de la mujer -que perdía independencia frente a la mujer aristocrática- y en el que se enfrenta el liberalismo con los restos del absolutismo (casi derribados en Europa en las revoluciones de 1848, obligando a los reyes a jugar - a su pesar- un papel constitucional, y que en España tardó otras dós décadas, hasta otra revolución, la de 1868).
Isabel Burdiel pretende en su biografía: "tratar de trascender el análisis de la doctrina constitucional o política sobre el papel de la monarquía para ahondar en el estudio minucioso de sus prácticas"; "aunar la reflexión sobre la forma en que veían el mundo Isabel II y los diversos miembros de la familia real y de la Corte, con el análisis de otras variables más amplias, implicadas en el conflicto de interpretaciones respecto a lo que podía ser el comportamiento de una reina constitucional y lo que ésta y su entorno se creían obligados (o no) a representar"; y, por último, "el hecho de que el primer monarca netamente constitucional de la historia de España fuese una mujer con una vida privada considerada, de forma creciente, como escandalosa, no puede ser contemplado como un hecho neutro o sin significación política relevante".
Para Isabel Burdiel, "la capacidad de desestabilización política que tuvo la Corona no fue la causa última de la falta de consenso del liberalismo isabelino sino su mejor exponente"; el exclusivismo de un solo partido (la reina de los moderados nunca lo fue porque Isabel II tendría que haber sido liberal (moderada), porque nunca, a diferencia de Maria Cristina, fue capaz de poner a todo el moderantismo a su servicio y tampoco los moderados pudieron ponerla a ella a su servicio) y el capricho en los nombramientos de los gobernantes en el relato de Isabel Burdiel se matizan.
Isabel Burdiel
Cánovas, cuando trataba de explicarle a Isabel II que el partido alfonsino no era una reedición del Partido Moderado, ni la Restauración otra Monarquía isabelina, dio las claves de su reinado: el liberalismo autodenominado respetable tenía "la necesidad de impedir el monopolio del poder por un solo partido que, inevitablemente, habría de conducir al retraimiento y la insurrección de los excluidos; la importancia de evitar que se reprodujese la desmedida intervención de la Corona en el proceso político que aquel exclusivismo había propiciado; el partido que se apoyase exclusivamente en la Corona acabaría siendo un partido dividido, juguete de la voluntad real".
Isabel II
Los grandes momentos de la vida de Isabel II como reina son de sobra conocidos: la defensa de Maria Cristina y los liberales de su trono frente a las posiciones carlistas; la sombra de la madre y  la mayoría de edad; malcasada; los amantes que compensaban la falta de cariño; la otra familia de su madre, los Riansares; Espartero, O'Donnell y su Unión Liberal (a la que Isabel Burdiel dedica mucho espacio) y Narvaez... hasta que la niña que traía la libertad a España se convirtió en la mayor represora, lo que supuso su destierro y su abdicación (abdicación que desmiente lo de que fuera un juguete exclusivamente en manos de otros ya que ni su madre ni su distanciado marido ni los políticos favorables a su causa la apoyaban. Por lo menos no de ese modo ni en ese momento). Una abdicación en la que nuevamente pareció no comprender que no era tan solo un asunto de familia, pero "para Isabel II nunca hubo distinción entre asuntos públicos y asuntos privados, entre otras cosas porque su concepción de la Monarquía, incluso del Estado (si alguna vez tuvo sentido de Estado), era puramente patrimonial".
Del destierro se ocupa menos Isabel Burdiel: su intento de dirigir la carrera de su hijo, el futuro Alfonso XII, sus preguntas sobre el tipo de abdicación, es decir, en caso de muerte de Alfonso XII si la Corona recaería de nuevo en ella y algún detalle de su vida en París. Cuando la entrevistó Benito Pérez Galdós, una mujer que vivió una auténtica vida de exiliada: comía a la española, vestía a la española, recibía españoles o borbones exiliados, no aprendió inglés... y apenas pudo visitar España cuando se restauró la Monarquía, tan solo brevemente, al igual que ella le permitió a su madre, María Cristina.
Una biografía, muy diferente a la de Álvarez Junco de El Emperador del Paralelo: Lerroux y la demagogia populista, pero desde ya mis dos favoritas en castellano.
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