lunes, 18 de febrero de 2013

¿Para qué ver unos Goya que no premian a Magán ni presenta Gervais?

Embobado con el bigote de Tom Selleck en Blue Bloods (quiero uno así cuando sea padre o, mejor, abuelo) pasé de la gala de los Goya hasta que un amigo me mandó un mensaje tipo "ni así gana Juan Magán". Ni sabía que Juan Magán estuviera nominado, así que continué la gala entre twitter, algún medio online para ver las guapas y guapos en la pasarela y los comentarios de los amigos en facebook. Siempre con un ojo pendiente del bigote de Tom.


¿Para qué ver una gala que no presenta Ricky Gervais (acompañado de Kristen Wiig, por favor) y que no premia a Juan Magán?
Nuevamente se mezcló (¿por qué no?) cine y política (Candela Peña, Eva Hache, Bardem, Corbacho, Maribel Verdú...), lo que ha indignado a quienes creen que el Gobierno del Partido Popular (no el de España, el suyo) les ha regalado un prime time y se lo han escupido a la cara, mientras que otros dudan de la conveniencia de politizar una gala que debería ser una gran fiesta del cine (un cine amenazado por la piratería y por la brutal subida del IVA, como recordó el Presidente de la Academia en un buen discurso) y los más (entre mis amigos) que se han emocionado con Candela Peña y se han reído con lo del premio de actuación para una infanta y para la Ministra de Sanidad.
A mí no me parecieron más que pellizquitos las puyas, las referencias sobre la realidad crítica de la mayoría de los españoles (aderezadas con una miaja de tsunami y recuerdo para otras víctimas, que todos somos hijos de dios), chistes sin mucha gracia... Pero vete a saber llegado un momento solo me fijé en Nieves Álvarez (Stephen Rolland), en Juan de los Muertos (cuyo director y actores encabezaron la Marcha Zombie en el Sitges que estuve), Paula Echevarría (Dolores Promesas Heaven) y en los tuits de la Policía Nacional criticando Grupo 7 (mi favorita: qué sentido tienen unos premios sin quiniela)... acabó Blue Bloods y con el Te voy a esperar tarareando me acosté. Sí, tenía que haber ganado Juan Magán para que hoy hubiera podido presumir Alfonso Zaplana de su protegido en el trabajo o en el bar de abuelos que frecuenta; que Silvia Pérez Cruz me aburre desde que abandonó Las Migas.



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