jueves, 7 de marzo de 2013

La izquierda religiosa

¿Cuándo concibió la llamada izquierda la idea de una vanguardia -solemos imaginarnos a los fascistas con el brazo extendido siguiendo un líder y también que apoden a sus líderes o se apoden ellos mismos Duce, Caudillo...? ¿La tomó el leninismo de los jacobinos? ¿Estos a su vez de Rousseau y sus polacos?
¿Y cuándo esa idea de vanguardia se convirtió en el culto a la personalidad que denunció Nikita Jrushchov en 1956? 
Al fin y al cabo las masas rusias sovietizadas veían a Lenin como otro Padrecito... como otro Zar, pero en bueno y de él lo heredó Stalin, otro Padrecito.

¿La ideología sustituyó a la religión y de hecho se convirtió en religión? ¿Fue con la Revolución Francesa?

Estremece ver al Pueblo (el Pueblo, con mayúscula, el concepto más infame que se ha inventado, junto al de raza) venezolano en sus procesiones tras su mártir -además, se rumorea que lo mató EEUU... y así se agrandan las leyendas: ya saben, soldadito boliviano-... iba a escribir que faltan los cirios, pero llevan velas, y cartelones que no se diferencian en mucho (en nada) de los alucinados cristianos de la Edad Media (y posteriores) que arrancaban brazos, un trozo de la barba, el meñique, el prepucio... a sus santos y los trataban como reliquias. ¿Ocurrirá algo parecido con Chávez: mandará su corazón a Murcia como Alfonso X y las entrañas dios sabe dónde?
Esta izquierda religiosa que no lo es (aunque si lo fue Chávez) ha heredado lo peor de la religión: del culto de los santos han pasado al culto de unos superhombres: le rezan, le escriben mensajes en la Red como si pudiera escucharles, se desmayan, aúllan... ocurre en Venezuela, pero también en Italia con Berlusconi o Bernani o con los fascistas de Grecia (si algo me gusta de Syriza es que no necesitan de un líder mesiánico al que adorar).
Hecho de menos un tiempo que probablemente no haya existido en el que se escuchaba a Julia Anguita exigir "programa, programa, programa". Esa era una izquierda seria. Lo de hoy es la doble cara de Jano: no distingo las manifestaciones de hunos y hotros, la histeria de las masas tan alejada de esas masas de Novecento.
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