“A Franco le dejaron
entrar a pesar de ser, en sus horas libres, guionista de cine”. Manu
Leguineche, en Hotel Nirvana, recogió esta y otras anécdotas. El Ritz, por
ejemplo, tenía aversión a hospedar a actores y actrices: James Stewart tuvo que
alojarse como general de las Fuerzas Armadas norteamericanas; Grace Kelly hizo
valer su condición de princesa de Mónaco; Laurence Olivier entró como Sir y a
George Sanders le negaron la entrada…
Ahora que ha muerto
Leguineche, lo habitual es recordar al periodista que cubrió tantísimas
guerras. A ese no lo conocí. Supe de este otro que mezclaba presente y pasado
de una Europa que por lo menos en sus hoteles era internacional: la del
Ayestarán de Pamplona, donde Hemingway dormía en sanfermines; la del Pera Palas
de Estambul, que presumió de esconder a Agatha Christie cuando ésta se marchó
de casa al descubrir una infidelidad marital y por unos días su caso pareció
digno de Poirot; el Sacher de Viena, donde se hospeda Rollo Martins, el
protagonista de El tercer hombre…
Una Internacional
Europea solo para ricos, en hoteles que aún existen pero sin aquellos
personajes que la distinguieron, como el propio Leguineche, quien, nacido en
1941, aún conoció a muchos de ellos y de los que habla en este puzle de
historias que se devora (repasando mi ejemplar, veo anotada la receta del
ajoarriero que al autor de Fiesta le facilitó el dueño de Casa Marceliano y que
llevaba siempre encima quejándose de que ninguna de sus muchas mujeres supo o
quiso hacérsela) más que leerse. Esa Europa desapareció, pero sigue presente la
que cierra Hotel Nirvana en el capítulo “La Condesa Descalza”: la de los
emigrantes y refugiados que huyen de la miseria y la guerra (“entramos en
Francia sin dinero ni documentos. Nos dieron pan blanco y queso”, escribió O.
J. Xirau). El periodista visita en Colliure el Hotel Bougnol Quintana donde
murió Machado. Lo encuentra cerrado y, como antes y después otros, deja flores
en la tumba del poeta.
1 comentarios:
es un buen libro, recuerdo que lo lei en la horita de viaje que tuve en uno de mis vuelos a Buenos Aires desde Comodoro Rivadavia. me hizo recordar mis experiencias en europa.
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