martes, 14 de enero de 2014

"Siempre hay otras opciones"



“Siempre hay otras opciones”, así finaliza su crónica “1914. De la paz a la guerra” la historiadora Margaret MacMillan. Regresar al pasado en busca de modelos que trasladar a “los tiempos difíciles” de hoy tiene una parte de pereza intelectual. Pero el caso concreto de 1914, que se conmemora, da para alguna comparación: por un lado, revivimos en 2014 su nacionalismo teñido de racismo y, por otro, quién sabe si después de estos doce meses Gran Bretaña se convertirá en la Pequeña Bretaña y se independizará de España una de sus provincias más ricas, como implosionó tras la Gran Guerra el Imperio austrohúngaro o desapareció el Otomano.

  Racionalizarlo posteriormente resulta sencillo, por lo que no conviene extraer modelos de la Historia, pero si atender su aviso sobre no anticipar las consecuencias de nuestros actos. Macmillan, en sus páginas, explica cómo reyes, políticos, militares  fueron reduciendo las opciones para evitar la guerra, en la mayoría de los casos sin darse cuenta de las implicaciones que conllevaban las decisiones tomadas. En la España actual, ¿fue la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña una de esas decisiones que reduce nuestras posibilidades? ¿La decisión de Artur Mas de convocar sin el consentimiento del Gobierno de España –a diferencia de Escocia-  un referendo para el 9 de noviembre fue otro de esos pasos que estrecha aún más el camino”. Antes de terminar con “siempre hay otras opciones”, la historiadora señala las dos grandes culpas (desde nuestra perspectiva del siglo XXI) de aquellos que optaron –o se vieron empujados- a la guerra en lugar de la paz: “Falta de imaginación para ver cuán destructivo sería un conflicto semejante; y falta de valor para enfrentarse a quienes decían que no quedaba otra opción que ir a la guerra”. Olvídense de la palabra “guerra”, pero dirigentes europeos como Cameron y Merkel y españoles como Rajoy o Mas comparten con aquellos con los que se inició la larga decadencia de Europa la falta de imaginación y valor. Tal vez el papel que les reserve la Historia sea el de ponerle fin al sueño de esa Europa unida que surgió precisamente tras los horrores de las dos guerras mundiales.
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