Cuando éramos jóvenes cantábamos una muy buena canción de Reincidentes que hablaba en parte de las distintas varas de medir. En un momento decía: "Mil muertos en Asia, en incidente racial. Dos picolos menos, masacre". Evidentemente no deseo ni los mil muertos en Asia (aunque me ocurre como a los que critica la canción: siento más las tragedias cercanas) ni los policías muertos.
El asesino fanático musulmán de Toulouse mató a unos niños judíos, pero también a unos soldados musulmanes. Unos y otros franceses. Pero se destacó muchísimo más el hecho de que asesinara judíos que el de que asesinara musulmanes.
En el tercer episodio de la primera temporada de The Newsroom, debaten los periodistas cómo presentar un atentado frustrado de un integrista musulmán en Estados Unidos. Uno de los redactores (criterio aceptado por sus jefes) señala que, si se da a conocer la religión del terrorista, también debería decirse que fue un musulmán quien alertó del atentado.
En España, cuando se produjo un atentado de cristianos coptos, leyendo cada periódico y su tendencia se podía ver cómo consideraban este asunto: ¿incidente o masacre?: Público, en su edición digital, hablaba sobre el atentado de Egipto pero en un lugar menos visible en el periódico que una palestina asesinada por los israelíes en el Muro de las Lamentaciones. El País, en su edición en papel, le daba una página al atentado, pero parte de su portada (y dos o tres páginas interiores de su suplemento) las dedicaba a hablar de una especie de Cruzada que han iniciado los católicos para conquistar España. ABC y El Mundo sí dedicaban más información al asesinato de cristianos.
No todas las víctimas valen igual: para los periódicos supuestamente de izquierdas vale más (o vende más para sus lectores) un palestino muerto que veinte, treinta o cuarenta cristianos. Para los periódicos conservadores (no sé cómo catalogar a El Mundo) son otras las muertes que importan más y un muerto cristiano siempre valdrá más que uno musulmán.
Europa tiene la obligación de insistir en el respeto de todas las creencias (y las no creencias) en cualquier lugar del mundo y denunciar sus incumplimientos: musulmanes lapidadores, curas pederastas, chinos genocidas con los budistas... En El País la necrológica de J. Michael Hagopian, el cineasta que intentó documentar el genocidio armenio a manos de los turcos (cuando llegue a casa pongo a descargar sus películas: la única que he visto ha sido Ararat de Egoyan).
PD. Mi ideal es que, como los dinosaurios, se extinguieran las tres religiones del Libro (las otras no las conozco). Y por este orden: musulmanes, cristianos y judíos (no puedo evitarlo tengo simpatía por los judíos, el único pueblo auténticamente europeo y vive en el exilio). Pero no puede ser que por cobardía (no vaya a que les ocurra como al caricaturista y su periódico) los medios son críticos con el cristianismo y no con el islamismo. También puede ser a ese complejo de culpa que, en el fondo, no deja de ser complejo de superioridad: los europeos hicimos daño porque somos los únicos que podemos discernir entre el bien y el mal.
El asesino fanático musulmán de Toulouse mató a unos niños judíos, pero también a unos soldados musulmanes. Unos y otros franceses. Pero se destacó muchísimo más el hecho de que asesinara judíos que el de que asesinara musulmanes.
En el tercer episodio de la primera temporada de The Newsroom, debaten los periodistas cómo presentar un atentado frustrado de un integrista musulmán en Estados Unidos. Uno de los redactores (criterio aceptado por sus jefes) señala que, si se da a conocer la religión del terrorista, también debería decirse que fue un musulmán quien alertó del atentado.
En España, cuando se produjo un atentado de cristianos coptos, leyendo cada periódico y su tendencia se podía ver cómo consideraban este asunto: ¿incidente o masacre?: Público, en su edición digital, hablaba sobre el atentado de Egipto pero en un lugar menos visible en el periódico que una palestina asesinada por los israelíes en el Muro de las Lamentaciones. El País, en su edición en papel, le daba una página al atentado, pero parte de su portada (y dos o tres páginas interiores de su suplemento) las dedicaba a hablar de una especie de Cruzada que han iniciado los católicos para conquistar España. ABC y El Mundo sí dedicaban más información al asesinato de cristianos.
No todas las víctimas valen igual: para los periódicos supuestamente de izquierdas vale más (o vende más para sus lectores) un palestino muerto que veinte, treinta o cuarenta cristianos. Para los periódicos conservadores (no sé cómo catalogar a El Mundo) son otras las muertes que importan más y un muerto cristiano siempre valdrá más que uno musulmán.
Europa tiene la obligación de insistir en el respeto de todas las creencias (y las no creencias) en cualquier lugar del mundo y denunciar sus incumplimientos: musulmanes lapidadores, curas pederastas, chinos genocidas con los budistas... En El País la necrológica de J. Michael Hagopian, el cineasta que intentó documentar el genocidio armenio a manos de los turcos (cuando llegue a casa pongo a descargar sus películas: la única que he visto ha sido Ararat de Egoyan).
PD. Mi ideal es que, como los dinosaurios, se extinguieran las tres religiones del Libro (las otras no las conozco). Y por este orden: musulmanes, cristianos y judíos (no puedo evitarlo tengo simpatía por los judíos, el único pueblo auténticamente europeo y vive en el exilio). Pero no puede ser que por cobardía (no vaya a que les ocurra como al caricaturista y su periódico) los medios son críticos con el cristianismo y no con el islamismo. También puede ser a ese complejo de culpa que, en el fondo, no deja de ser complejo de superioridad: los europeos hicimos daño porque somos los únicos que podemos discernir entre el bien y el mal.
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