En la película Tienes un email (1989) -remake no demasiado afortunado de El bazar de las sorpresas de Lubitsch- contraponen las viejas librerías "con encanto” (el librero conoce los libros que recomienda), a las grandes cadenas donde a la vez que compras una novela puedes tomarte un café mientras dejas al nene con un cuentacuentos.
La directora Nora Ephron, cual una Naomi Klein hollywoodense, defiende la pequeña librería frente a la librería-papelería que además vende discos, películas y regala un bronceado por si tantas horas de lectura intensa te dan un tono como de recién salido de The Walking Dead.
La revista Jot down -la mejor noticia editorial del último año- va recogiendo en sus páginas esas “librerías con encanto” que aún no han desaparecido de la geografía española. Pronto una fotografía y un relato en la revista será lo único que nos quedará de ellas. En Murcia González Palencia, por ejemplo, poco a poco va cambiando su distribución: lápices, revistas, carpetas... son lo primero que ve el lector; y los libros, la razón de ser de una librería, arrinconados. Perdió su encanto, si lo tuvo. Nostalgia de tiempos que no volverán, como esa librería Liceo en Caravaca, donde Paco me recomendó mi libro favorito, El conde de Montecristo.
Pero lo que debería preocuparnos es que, según los libreros, en 2012, la media por español era tan solo de diez libros leídos al año. Y que el 70% de los escolares reconociera leer tan solo cuando la lectura era obligada.
El librero no volverá, ya es una reliquia, igual que la tienda de la esquina.O los días sin prisa Tampoco pasa nada. Con un café, aunque sea americano, se disfruta mejor un buen libro.
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