«Por lo menos se ha estrenado algo», se resigna un vecino cualquiera. Tan mal va la economía que ni se han molestado este año en maquear aceras y socavones. Tan mal que una de las inauguraciones, la Escuela de Idiomas en Caravaca, entró en funcionamiento hace meses. Nada distinto de cualquier otra precampaña. No sé si a los postres descubriremos que, como el pabellón de Benizar, alguna obra se abrió para Valcárcel, marchose el Presidente y sellose por impago a la constructora.
Una campaña con detalles que la asemejan a la anterior: unos cuantos políticos y unos cuantos coches oficiales que descubren las pedanías del Noroeste. Regresan a la capital a más de ciento diez kilómetros por hora y alguno cavila sobre sus oportunidades para 2015. Junto al coche oficial, la oferta popular incluye bendición. Ni una gota de cava, ni una botella estrellada contra la pared por belleza local escasa de ropa (no importa sexo, edad o tamaño, hasta especie si te llamas Peter Singer). Ni tan siquiera ese landismo; una España en blanco y negro con su mesa camilla y sus fuerzas vivas matando la tarde con la partidilla de tute (final de Viridiana). Esta es la fotografía de la precampaña, que nos ha pillado por sorpresa y desanimados. Y todavía queda la inauguración de la Glorieta en Caravaca: algo gordo debe estar cociéndose para tanto secretismo: ¿castillo de fuegos artificiales y personaje famoso? En Internet se aventura el Hombre Invisible de H. G. Wells, pero aún no ha cerrado la casa de apuestas.
Pero que nadie se piense que las inauguraciones no dan para momentos de gran belleza: el consejero Ballesta y la Variante, por ejemplo. Menciona San Juan de la Cruz y las órdenes religiosas y la frontera, cerramos los ojos y nos lo encontramos en el balcón del Ayuntamiento. ¿Se postulará también para Pregonero?
Con la polvareda que dejan los coches de políticos al marchar, te preguntas si necesitamos circo. «Como no hay pan…», se conforma el vecino cualquiera.
Lo peor (puro masoquismo, lo sé) es que acaban unas y ya tienes ganas de otras. Y eso que el partido pareciera que ya se ha jugado. Pero, hasta el 22, una vida.
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