
El lunes 27 de enero el Gobierno
madrileño paralizó el proceso de privatización de seis hospitales y veintisiete
centros de salud. Una victoria de la Marea
Blanca en nombre de todos aquellos que creen que aquello de
“sanidad pública, no se vende, se defiende” es más que un eslogan. El 29 de
enero en Caravaca el PSOE mostraba un informe del Tribunal de Cuentas que
desmonta el único credo económico del PP: a saber, la gestión privada es más
eficaz y barata que la pública. Y su corolario: como el PP gobierna como una
empresa privada –y privatiza para sus amigos-, resulta mejor gestor de lo
público (o de sus restos). Lo que han favorecido el PP y gobiernos similares
(incluido el PSOE) es el llamado “capitalismo de casino” que nada tiene que ver
con el grueso del empresariado que, junto a sus trabajadores, crea riqueza; más bien es la excrecencia
que se genera cuando un gobierno permite que desaparezcan los controles
públicos.
Daba para un debate: lo público
frente a lo privado; lo público junto a lo privado; a veces gestión público, en
otras privada. Pudo el PSOE quedarse en la conclusión del informe del Tribuna
del Cuentas: “en los municipios de España de menos de 20.000 habitantes (el
95%) sale más caro un servicio cuando lo efectúa una empresa privada que si lo
realiza directamente el Ayuntamiento”. Y señalar (como hizo) que la suciedad en
las calles de Caravaca avergüenza y preocupa al caravaqueño y horroriza al
turista. Y cada año va a peor (a lo que se une el regreso de los perros
callejeros). Pero en la rueda de prensa necesitaba marcarse un último tanto: si
el servicio de recogida de basura y limpieza viaria es caro en manos privadas,
en Caravaca lo es aún más. Y ahí le dio munición al Equipo de gobierno: ya que, aunque el
PSOE señaló que Caravaca tiene cerca de 26.000 habitantes y ellos facilitaban
datos de municipios de menos de 20.000, no advirtieron que el informe del
Tribunal también recoge datos de municipios de 20.000 a 50.000
habitantes, y que según éste los caravaqueños no pagan más por la recogida de
basura que en otros municipios similares.
Tal vez ese debate no corresponda
plantearlo en Caravaca, ni deba, con sus antecedentes, ser el PSOE quien plante
batalla. Pero qué lástima no haber ennoblecido en esta ocasión la política. Nos
quedan los plenos municipales, pero eso no es política, es la nada con considerables dosis de cinismo.
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