viernes, 22 de mayo de 2015

Una pista de pádel para que el votante caravaqueño reconozca su partido

En una reunión en la cumbre -como aquella canción, pero con otra música y otra letra- se tomaron las dos tres decisiones que seguir a rajatabla durante la campaña electoral.

Las repetimos para reflexionar todo el sábado: un logo chiquitito, chiquito; gente joven y guapa además de preparada, de esas que se piensan las madres: "si tienen estudios, estos no se han metido en la política para medrar"; pedirles, con muy buenas formas, eso sí, a los concejales de la anterior corporación que no asistan a tus mitin, a excepción de Salvador Gómez porque como no funcione el sonido eso no se lo arregla nadie, y en momentos de euforia al pensarse o saberse ganador del debate a dos (no lo vi, pero tanta insistencia desde el perfil del Facebook del Partido Popular sobre las repeticiones, tuvo que ganarlo José Francisco García) acudieran a aclamarlo. La primera decisión por supuesto fue la de no mentar a Domingo Aranda. Alguien bromeó con lo de que si se decía tres veces su nombre delante del espejo se aparecería como Candyman, pero el silencio se volvió cortante y el bromista no abrió de nuevo la boca.
En ese momento, alguien preguntó: ¿y si hacemos lo que nunca hacemos, cómo van a saber nuestros votantes que somos el Partido Popular de Caravaca? Otro silencio, y mandaron al bromista, que  ya no bromeaba, a por otra ronda de coca colas y porciones de la Giovanni.
Casi al alba, alguien sugirió: "¡una pista de pádel!", y se hizo la luz. La reunión en la cumbre apostó por una pista de pádel, ese deporte que reune al calor de la lumbre a votantes y dirigentes del Partido Popular.
Esa ha sido la clave de la campaña: la pista de pádel para que los votantes reconozcan su partido.
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