viernes, 30 de octubre de 2015

Mover la ventana

Joseph P. Overton
“El peor policía está en tu cabeza", escrito en la mesa de aquella cafetería, "el peor reaccionario está en la nuestra", pensaba mientras lo leía y escuchaba a dos trabajadores darle la razón al Presidente de la CEOE sobre la inveterada afición de tantos empleados a fingirse enfermos. La ley actual facilita la trampa, sentenció el Presidente. Como la presidenta del Círculo de Empresarios, renegaba  del amparo de la ley a las mujeres trabajadoras. O los comunicados de la Fundación FAES.


No fueron dichas en privado ni en un descuido con el micrófono abierto; ideas como éstas antaño se consideraban propias de excéntricos o indesesables. Han tenido  su respuesta, cierto, pero calan poco a poco, incluso entre los más refractarios, lo que nos da una  idea de hasta cuánto se ha movido lo que se ha llamado ventana Overton. En homenaje a Joseph P. Overton, describe lo que se considera políticamente posible o razonable sin salirse del marco establecido.
Mover la ventana, por tanto, es un proceso que se produce cuando se plantean propuestas que los políticos no pueden (todavía) mencionar sin sufrir un castigo electoral, pero sí aplicarlas por pasos. Con heraldos como FAES y otros lobbis similares.
Cinco plazos para poder justificar cualquier fenómeno (el canibalismo, por ejemplo), según Evgueni Gorzhaltsán: Primera etapa: de lo impensable a lo radical. Segunda etapa: de lo radical a lo aceptable. Tercera etapa: de lo aceptable a lo sensato. Cuarta etapa: de lo sensato a lo popular. Quinta etapa: de lo popular a lo político.
¿Cómo hemos llegado al punto de que estas ideas se encuentren ya en esta etapa “de lo sensato a lo popular” o incluso “de lo popular a lo político”?
El llamado consenso de posguerra (tanto liberales como conservadores hacían suyos los postulados del Estado de Bienestar) se desvaneció hace mucho. En los 70 se le atribuyó a Nixon la frase "We are all Keynesians now", Enlas últimas décadas, sin embargo, se ha producido un cambio a la derecha en el equilibrio de la opinión electoral de la mayoría de los países. 
Más que cuándo se produjo, nos interesa saber si a corto plazo posible mover de nuevo la ventana para que, si no impensables, al menos nos parezcan radicales estas propuestas que más pronto que tarde acabarán convirtiéndose políticas que sufriremos en nuestras carnes.
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