Vivimos una edad de oro de la televisión: series como Dexter, Mad Men, Battlestar Galactica o The Good Wife, por citar distintos géneros, pueden considerarse obras maestras: un thriller, un drama, ciencia ficción y una sitcom, que no tienen un equivalente en el cine.
El western, sin embargo, es territorio casi ignoto para la nueva ficción televisiva: sólo Deadwood podría compararse con las grandes películas del Oeste. Pero, desde un país exótico como Canada, nos llega Broken Trail, una miniserie de dos capítulos de hora y media cada uno. Tiene truco, claro, la actuación de un inmenso Robert Duvall, que ya participó en uno de los mejores mejor western de la década: Open Range. El argumento de Broken trail es simple: un par de tratantes de caballos tropieza con un carromato lleno de adolescentes chinas compradas a su familia y llevadas a Norteamérica para la prostitución. Conviven dos puntos, el de los tratantes, que nos es familiar ya que sigue la tradición de la mayor parte del wester, y otro punto de vista extranjero, el de las muchachas chinas que no hablan el idioma ni conocen los hábitos de los americanos. La película la dirige Walter Hill, quien no es un neófito en el western: Forajidos de leyenda, Gerónimo o Wild Bill son suyas. La primera, a la altura de las mejores películas del género.
Tres hora de duración que, a falta de un reparto más potente que acompañe a Robert Duvall (le acompaña Thomas Haden Church, también un actorazo), entronca con filmes como Sin Perdón o Shane.
El western, sin embargo, es territorio casi ignoto para la nueva ficción televisiva: sólo Deadwood podría compararse con las grandes películas del Oeste. Pero, desde un país exótico como Canada, nos llega Broken Trail, una miniserie de dos capítulos de hora y media cada uno. Tiene truco, claro, la actuación de un inmenso Robert Duvall, que ya participó en uno de los mejores mejor western de la década: Open Range. El argumento de Broken trail es simple: un par de tratantes de caballos tropieza con un carromato lleno de adolescentes chinas compradas a su familia y llevadas a Norteamérica para la prostitución. Conviven dos puntos, el de los tratantes, que nos es familiar ya que sigue la tradición de la mayor parte del wester, y otro punto de vista extranjero, el de las muchachas chinas que no hablan el idioma ni conocen los hábitos de los americanos. La película la dirige Walter Hill, quien no es un neófito en el western: Forajidos de leyenda, Gerónimo o Wild Bill son suyas. La primera, a la altura de las mejores películas del género.
Tres hora de duración que, a falta de un reparto más potente que acompañe a Robert Duvall (le acompaña Thomas Haden Church, también un actorazo), entronca con filmes como Sin Perdón o Shane.
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