Este artículo no trata sobre si Rajoy es machista o no. Ni lo sé ni realmente me importa.
Todo viene de una frase que le espetó el líder popular a la vicepresidenta Económica, Elena Salgado, que defendía por primera vez unos presupuestos: "No tengo nada contra uste, y además no la responsabilizo de la política económica. Responsabilizo al señor Rodríguez Zapatero". La crisis, en efecto, se produjo cuando el ministro de Economía era Solbes que ya no está. No hubiera sido tan extraño que Zapatero, responsable último, decidiera él explicar los presupuestos. Ni el Presidente ni la Ministra han redactado estos presupuestos: no tienen ni tiempo ni capacidad para ello. El Presidente, con criterio, no los defendió (por el desgaste que puede producirse cuando se presente a la reelección y por no ningunear a su compañera).
Lo triste es la reacción de Elena Salgado con la comparsa, of course, de Llamazares. Aunque la Ministra prefirió no utilizar la palabra "machismo" y habla de "atavismos" (creo que ella misma vio que se le caería la cara de vergüenza si utilizaba machismo). Llamazares la utilizó, pero él vive feliz en su insignificancia. Esto ha dicho la Ministra: "Lo que sentí fue retroceder a este país [como verán la frase está realmente mal redactada] en 50, 70 u 80 años. Los atavismos, entiendo que hay a quien le resulta difícil desprenderse de ellos. Pero, en fin, estas cosas pasan en la derecha".
Cuando alguien pierde un debate (lo único destacable del debate no fue la victoria de nadie, sino que ya no nos sorprenda oir sonidos propios de simios y carcajadas fuera de lugar de los diputados de cualquier partido cuando un 20% de la población de este puto país está por debajo del umbral de la pobreza), echarle la culpa a su sexo, raza o religión es muy sencillo. Ya lo hizo, creo recordar, Rosa Díez cuando se presentaba a las primarias de su ex partido. No es nada nuevo: demagogia política. Pero toca los cojones, por decirlo pronto y mal, conocer a demasiadas mujeres con la misma capacidad que los hombres cobrar un salario más bajo, no quedarse embarazadas por miedo a no ser contratadas, etc, y, encima, que los privilegiados y privilegidas de este mundo, en el caso de Elena Salgado se trata de la tercera o cuarta persona en importancia de este Gobierno, utilizando la táctica del victimismo: seguro que ahora sale alguna de estas revistas de moda y la declaran Mujer del Año.
Todo viene de una frase que le espetó el líder popular a la vicepresidenta Económica, Elena Salgado, que defendía por primera vez unos presupuestos: "No tengo nada contra uste, y además no la responsabilizo de la política económica. Responsabilizo al señor Rodríguez Zapatero". La crisis, en efecto, se produjo cuando el ministro de Economía era Solbes que ya no está. No hubiera sido tan extraño que Zapatero, responsable último, decidiera él explicar los presupuestos. Ni el Presidente ni la Ministra han redactado estos presupuestos: no tienen ni tiempo ni capacidad para ello. El Presidente, con criterio, no los defendió (por el desgaste que puede producirse cuando se presente a la reelección y por no ningunear a su compañera).
Lo triste es la reacción de Elena Salgado con la comparsa, of course, de Llamazares. Aunque la Ministra prefirió no utilizar la palabra "machismo" y habla de "atavismos" (creo que ella misma vio que se le caería la cara de vergüenza si utilizaba machismo). Llamazares la utilizó, pero él vive feliz en su insignificancia. Esto ha dicho la Ministra: "Lo que sentí fue retroceder a este país [como verán la frase está realmente mal redactada] en 50, 70 u 80 años. Los atavismos, entiendo que hay a quien le resulta difícil desprenderse de ellos. Pero, en fin, estas cosas pasan en la derecha".
Cuando alguien pierde un debate (lo único destacable del debate no fue la victoria de nadie, sino que ya no nos sorprenda oir sonidos propios de simios y carcajadas fuera de lugar de los diputados de cualquier partido cuando un 20% de la población de este puto país está por debajo del umbral de la pobreza), echarle la culpa a su sexo, raza o religión es muy sencillo. Ya lo hizo, creo recordar, Rosa Díez cuando se presentaba a las primarias de su ex partido. No es nada nuevo: demagogia política. Pero toca los cojones, por decirlo pronto y mal, conocer a demasiadas mujeres con la misma capacidad que los hombres cobrar un salario más bajo, no quedarse embarazadas por miedo a no ser contratadas, etc, y, encima, que los privilegiados y privilegidas de este mundo, en el caso de Elena Salgado se trata de la tercera o cuarta persona en importancia de este Gobierno, utilizando la táctica del victimismo: seguro que ahora sale alguna de estas revistas de moda y la declaran Mujer del Año.
2 comentarios:
Me gusta que uses esa expresión de "tocar los cojones". Pero estoy disconforme con el hecho de que la definas como "hablar pronto y mal". No, no. Has hablado pronto y bien. Un exabrupto tan bien traído es iluminador en el discurso. Y como no te faltan razones, la usas con magnífica propiedad. Respaldo desde la mayúscula inicial hasta el punto final todo lo que escribes.
Quien se apunta a un carrusel de vetidos caros, se obsesiona con la línea y prefiere peinarse a base de laca estilo años 70, no tiene nada que ver con la mujer moderna ni tiene sentido que sea tan susceptible si parece vivir para cuidar su imagen de burguesa forrada "de toda la vida", super - rancia. Las mujeres de la España socialista se peinan en casa y llevan sus prendas a la costurera, para reformarlas y que duren; no pueden gastarse en modelitos caros y demás chorradas paletas. eso queda para la Nomenklatura.
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