Alguna vez leí que Berlanga nunca quedó satisfecho con Calabuch. El motivo es evidente: en esta película no hay nada de su habitual mala baba. Un par de minutos antes del final las olas arrastran los trajes de romanos de la improvisada defensa mientras que el Tío Jorge se marcha. Una escena que recuerda al final censurado de Bienvenido Mr. Marshall y que es tristísimo. Luego viene el final impostado.
Calabuch es su cuarta película y, si nos olvidamos de la mala leche, están muchas de sus claves: la traca y la pólvora, la fiesta popular con vaquilla, los disfraces aquí de romanos (y no de moros y cristianos), las fuerzas vivas: el guardia civil, el cura, el alcalde y hasta el farero: emocionante cuando Pepe Isbert habla de su faro.
Es una película además crítica con la escalada armamentística de los años cincuenta y con un mensaje pacifista: Tío Jorge solamente está interesado en cohetes para las fiestas, esa tradición tan valenciana, y cuando el pueblo de Calabuch lo despide con un cohete, decide que éste sea el último que construya.
PD. Berlanga filma en esta película la escena más bella de su filmografía: cuando la pareja de recién casados, acompañada de todo el pueblo, bendice la barca y se preparan (en la secuencia no se ven montados) para dar su primer paseo juntos.
1 comentarios:
Yo tengo un recuerdo precioso de las dos veces que la he visto.
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