miércoles, 25 de abril de 2012

El periodismo en los tiempos del "me gusta, no me gusta"

"El primer periódico inglés para el que la palabra "noticias" perdió su significado de hechos que un lector debería conocer... y adquirió el nuevo significado de hechos, o ficciones, que podría resultarle entretenido leer", escribía el filósofo e historiador de Oxford R. G. Collingwood sobre el Daily Mail (échenle un ojo a su edición digital).
¿Todos los periódicos son, somos el Daily Mail?

¿Y todos los lectores quieren que su diario se convierta en el Daily Mail?
El periodismo, como oficio serio, exigía contar los hechos noticiosos y también enseñar al lector (no adoctrinar) sobre temas de importancia, aunque solo fueran un par de palabras nuevas cada semana.
Mi madre, como uno de los personajes de Nadie conoce a nadie, cree que el trabajo más serio de un periódico es el de quien hace los crucigramas. Yo las necrológicas.
En mi periódico la mayoría de los días creo que los lectores preferirán ver las fotografías a detenerse a leer un texto. Todo lo más el titular. Pesimista o realista, es la sensación que tengo de un tiempo a esta parte... y no es la manera de levantarse cada mañana.
Así que cada vez buscamos lo entretenido, lo sorprendente (ese hombre que muerde al perro) de lo que escribe Collingwood, antes que la noticia pura y el análisis. ¿Para qué sirve que un periódico como El País publique unos artículos tan aburridos como El futuro de la socialdemocracia (llenos de buenas intenciones, pero que no aportan nada al pensamiento: aunque la izquierda española nunca ha aportado una idea original a la Historia de las Ideas) u otros, más interesantes, sobre la juventud actual y sus retos de presente y futuro? ¿Quién los lee? A mí ya me interesa más saber que Salman Rushdie ha recuperado su vida y se ha convertido en un fanático de las redes sociales.
Escribo sobre El País porque he leído esta mañana el artículo Likes de Elvira Lindo: "La reacción inmediata a las noticias es vibrante, lo es, pero no reflexiva, y a pesar de este populismo que nos invade, nuestro país precisa de un porcentaje, por pequeño que sea, de individuos que prefieran pensar despacio, es decir, reflexionar. De esa minoría también depende nuestro futuro". Habla sobre la caza del Rey cazado y que, sin las redes sociales, hubiera pasado desapercibida: su periódico por ejemplo en otras circunstancias la hubiera ocultado (su, o sus, editoriales fueron más monárquicos que los de ABC).
Y este ejemplo tiene su importancia porque, entre el disparo de Froilán, la celebración de la II República y la caza del Rey, las bromas fueron muchas, pero yo no leí ninguna reflexión seria sobre qué tipo de Estado y de República quieren los que no quieren Monarquía (que en el fondo es lo importante: no la reflexión de Ansón, me parece, que mejor que la republica norcoreana -o cubana, no sé si es la pretensión de la otra izquierda- la monarquía danesa, por ejemplo).
El filósofo Edgar Morín, sobre los movimientos ciudadanos como el 15M, "los indignados denuncian, no pueden enunciar".
No es por tanto solo la profesión periodística, pero en una sociedad "me gusta, no me gusta" tendemos en los periódicos a ofrecerle al lector circo. Ya que los periodistas no podemos ofrecer pan. Pero por qué no las claves que permitan entender y modificar después el sistema.
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