jueves, 10 de mayo de 2012

«Del barco de Chanquete no nos moverán»: hedonismo antes que revolución


El verano del Amor
Amigos míos hallan placer (sano, malsano… en cuestión de goces no juzgo lo que pone o no al respetable) en enumerar los paralelismos entre nuestra época y la década de los 30 del siglo XX. Francia, Portugal, ¿pronto España?... y sueñan con frentes populares contra frentes patrióticos. La mecha la encenderá —fantasean— la próxima indemnización millonaria a un banquero acaudalado; un vejete italiano (¿otro más?) que se suicide; un mártir de la extrema derecha griega; que comiencen a cobrar las llamadas perdidas, como ironiza un grupo... No pretendo desanimar a mis amigos ni mucho menos recordarles que si la Historia se repite los suyos volverán a perder.

Aunque en mi caso (y en el de otros cientos de miles de personas), de haberla, la revolución nos sorprenderá bailando y la contrarrevolución de dulce resaca. «Les da igual que pase el tiempo. Sólo quieren el momento. Se olvidaron del futuro aterrador», cantaba La Casa Azul en el SOS 4.8 y con ellos miles de jóvenes que intuyen que ya no les queda otra que una fiesta tan enloquecida como la de los vesubianos cuando el volcán entraba en erupción. Mientras en los cajeros murcianos se apilaban los mendigos, que ya no tienen otro lugar para dormir, las plazas hervían de zagalas en flor. ¿Tomarán la calle tantos este 12 de mayo?  
Rescatamos bancos a la vez que cientos de festeros hacían unas colas inmensas en las sucursales caravaqueñas (con unos horarios tan reducidos en Fiestas y prefiestas que parecen las suyas, las de los banqueros, más largas que las vacaciones escolares), no para sacar todos sus ahorros y propiciar un colapso del capitalismo —anhelo de mis amigos—, sino para pedir más créditos que alimenten el sistema. 
Entretiene más un festival que una huelga y también se puede cantar «No pasarán» o «del barco de Chanquete no nos moverán». 

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