La
pasión de Frank Wisner por la acción encubierta alteraría para siempre el lugar
que ocuparía Estados unidos en la historia del mundo. Él, con otros como Allen
Dulles, convirtió la CIA en una agencia que planea sabotajes, comete
asesinatos, derriba gobiernos…, ganándose así una duradera reputación, tanto en
maldad como en eficacia. Libros como Legado de cenizas (con el que Tim Weiner
ganó el Pulitzer, basado en papeles desclasificados) desmontan esa aura que aún
envuelve a la CIA: la mayoría de sus operaciones resultaron un fiasco.
Dentro
de la Agencia, los escasos éxitos que se obtienen los han logrado oscuros
analistas en pequeños cubículos delante de su ordenador que los espías tipo
James Bond o Jack Bauer. Más parecidos a grises personajes de John Le Carre, o
de las series Rubicón y, en menor medida, Homeland (que hace fortuna en
merchandising con la camiseta en que se lee “Brody is my héro”, que podrían
llevarla los fans de Snowden, aunque nos parezca –cuidado con espoilear-
diferente al prota de la premiada serie de AMC que estrena su tercera temporada
el 29 de septiembre: aprovechen las vacaciones; enciérrense en casa; apaguen el
móvil, vean del tirón las anteriores).
En
las series de televisión llevan desde el 11S planteándose el dilema entre
libertad y seguridad con más hondura que una sociedad occidental que solo se
pregunta tras un atentado, y es para anteponer seguridad a libertad, sobre todo
en Estados Unidos. Mientras digerimos
lentamente lo revelado por Snowden, su caso puede ser la serie a recomendar
este año: el regreso de la URSS; Garzón y Wikileaks; la caza de un espía que
fuera de los nuestros -¿regresará Maya, la espía que cazó a Ben Laden,
omnipresente con el rostro de Jessica Chastain en La noche más oscura?; una
ruta de escape más peligrosa que el capitán Renault para las desgraciadas que
necesitaban pasaporte en la película Casablanca; “el peligro amarillo” a la
expectativa…
Trailer de Rubicon, quizá la mejor serie de televisión cancelada
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