jueves, 13 de junio de 2013

Lincoln y Marx: selección de sus escritos sobre emancipación y guerra norteamericana

No es Lincoln y Marx. Guerra y emancipación (publicado por Capitán Swing) unas vidas paralelas a lo Plutarco, ni tan siquiera la correspondencia que mantuvieron -que no existe-, sino una selección de escritos de uno y otro sobre la esclavitud y la Guerra Civil norteamericana: el alemán vio la emancipación de los esclavos como el último motivo de la guerra, además de una Carta que la Asociación Internacional de Trabajadores envía a Abraham Lincoln para felicitarlo por su victoria electoral, la respuesta del embajador de EEUU y otra carta al sucesor de Lincoln, Andrew Johnson, lamentando el asesinato del Presidente.
Un libro que se devora -creo que entre todos los Marx mi favorito es el periodista- desde la misma introducción de Robin Blackburn, en el que se ve la evolución del presidente Lincoln desde la autobiografía que le adjunta a Jesse W. Fell ("adjunto el pequeño bosquejo que me pidió. No tiene gran cosa, por la razón, supongo, de que yo no soy gran cosa") hasta su Segundo Discurso Inaugural que cierra sus escritos seleccionados por Andrés de Francisco ("Sin embargo, si Dios desea que continúe hasta que toda la riqueza acumulada durante doscientos cincuenta años de trabajo no remunerado, y hasta que cada gota de sangre derramada por el látigo sea pagada con otra derramada por la espada, habrá que decir lo que se dijo hace tres mil años: Los mandatos del Señor son rectos")
En primer lugar, sorprende lo buen conocedor que era Marx de Norteamérica y las causas de su guerra y, cómo une la suerte de los trabajadores mundiales a la de los esclavos ("es cierto que no se trata directamente de emancipar -o no- a los esclavos en el seno de los Estados esclavistas existentes, se trata, antes bien, de saber si veinte millones de hombres libres del norte van a dejarse dominar más tiempo por una oligarquía de trescientos mil propietarios de esclavos; si los inmensos territorios de la República servirán de semilleros de Estados libres o de Estados esclavistas; si, en fin, la política nacional de la Unión tendrá por divisa la propagación armada de la esclavitud a México y América central y meridional") y cómo intenta demostrar que un capitalismo basado en la esclavitud no resultaba anacrónico, al contrario, podía prosperar. Asimismo destaca la contribución de los germanoamericanos a la abolición, su voto al Partido Republicano a partir de mediados de la década de 1850, y su apoyo a las causas socialistas (solo en 1835 llegó a Estados Unidos un cuarto de millón de inmigrantes alemanes), esa influencia marxista que desmonta en parte el mito de una América impermeable al socialismo que encontró su camino en un individualismo que propone abolir gobiernos como Henry David Thoreau al que recupera también la editorial Capitán Swing.
. Aunque me han resultado aún más interesantes los escritos de Marx (sobre Lincoln y la política en EEUU: "Aunque Lincoln no posee el pathos de la acción histórica, posee, en tanto que personaje popular medio, su humor")
Rubén Castillo termina su reseña para le periódico El Noroeste: "En suma, un libro interesante, anómalo y muy peculiar, adecuado para todos aquellos que quieran conocer más profundamente los primeros años de la andadura de los Estados Unidos de América. Y que viene a demostrar que el político de Kentucky y el filósofo prusiano, a pesar de sus acusadas diferencias intelectuales, compartieron un proyecto común: el apoyo indiscutible a un «proyecto emancipatorio de un mundo armonioso de ciudadanos libres e iguales»".
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