martes, 25 de octubre de 2011

Red State: apenas una mejora en el cine de Kevin Smith

Antes de su proyección en Sitges, ya llegaban a España buenas noticias de la última película de Kevin Smith, Red State. Había regresado el director que nos sorprendió con Clerks y Mallrats, eso decían. Y en Sitges ganó el premio a mejor película y mejor actor. ¿Merecidos?

Si esta fuera la tercera película de Kevin Smith, y no hubiera dirigido Persiguiendo a Amy, Dogma, ¿Hacemos una porno?, Jersey girl, Vaya par de polis (no las enumero por orden n i todas)... en esta Red State hay una mejora evidente: sobre todo en lo que es propiamente la dirección: nunca antes había rodado una secuencia como la primera vez que aparece el líder de la secta (excelente Michael Parks) mientras uno de los jóvenes entrevé entre las sábanas que tapan su jaula qué le ocurre al hombre que tiene una página web de contactos para homosexuales... (Pero el director tampoco es un virtuoso de los pequeños espacios, como el Vigalondo de Extraterrestre, y saca poquísimo partido al rancho). Así como la secuencia en la que Michael Parks y Goodman se enfrentan verbalmente, hasta casi tocarse cara a cara, con ese ensordecedor sonido de trompetas.
En este Red State hay tres o cuatro películas: la de adolescentes con exceso de hormonas, que podría haber derivado en una película de terror conservadora (Aunque conservadora, y mucho es esta Red State). También hay una película sobre el fanatismo religioso, donde destaca Melissa Leo (y los demás familia de Parks, como personajes de fondo en el cuadro) y que ofrece sus buenos momentos entre el terror y la satira. Una tercera parte, que toma el punto de Goodman, de asalto a la granja de los sectarios. Y, por último, una conclusión en la que, ante otros miembros de las fuerzas de seguridad, Goodman da una versión final. Pero esas películas que, bien ensambladas, hubieran dado lugar a una original, se quedan en trozos de un Frankenstein.
Sin dominar todavía en su cine los mecanismos de la acción y el discurso; eligiendo en esta película con coherencia que el espectador no se identifique con ninguno de los protagonistas, con un exceso de conservadurismo (los jóvenes, el sheriff homosexual...), sin la capacidad de un Haneke para extraer de la cotidianeidad el horror... Kevin Smith ha dado un paso importante en su carrera... pero un paso excesivamente corto si pensamos que lleva casi veinte años trabajando en el mundo del cine.

PD. Si este fue el premio en Sitges, no quiero ni imaginar el resto de películas a concurso. Aunque The yellow sea (premio a la mejor dirección en Sitges) sea infinitamente superior. Una película potente.

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