… en una España ahíta en las próximas
elecciones tal vez se opte por la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas
(así nos ahorraríamos un mes de campaña intensa y cuatro años en que el único
interés del político reside en su reelección), mientras no ocurra crece la
sospecha de que se pretende desanimar a los posibles electores…
Para qué el esfuerzo de los
militantes de IU, UPyD, Equo, Republicanos, incluso maoístas y falangistas (extrañoscompañeros, pero Falange, Unificación Comunista de España, Demos el Cambio, MayoríaDemocrática, Partido Abre Tus Ojos, Partido de Internet, Partido Humanista… denunciaronla obligación legal de obtener el aval del 0,1% del censo para estar en lasurnas) si un encuestador, y los medios amplificando el mensaje, advierten que
tu voto no sirve absolutamente para nada.
Dejando de lado las dudas
(razonables) de la periodista Victoria Prego sobre una encuesta manipulada (la
distancia del PP sobre el PSOE moviliza a los votantes de este último y lo
mismo se llevan de propina algún indeciso a la izquierda), en España sobra
resignación. Una encuesta no es una foto finish. Hasta en una película
Hollywood, El último voto, contaba el de Kevin Costner.
Quién nos dice que (aunque las
cartas hayan sido marcadas) los argumentos de «los otros partidos» no calan
poco a poco en la ciudadanía; que los votantes de partidos outsiders, animosos,
lo hacen a primera hora de la mañana mientras que los que han gobernado desde
que se instauró la democracia esperan hasta el final de la jornada y, entonces
(siguiendo con el agua) cae un diluvio que estremecería al mismísimo Noé… y se
quedan en casa. Y toca la lotería en barrios donde nunca se atrevió la fortuna.
¿Ilusos? Tal vez, pero no resignados.
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