
«Que el diablo se las lleve, a las masas y a las estadísticas», clamaba el filósofo Nietzsche. Un pensamiento antiigualitario difícilmente compatible con la democracia pero que sirve en otros órdenes de la vida. Cuando destacamos una manifestación multitudinaria en Madrid, sólo nos detenemos en el número. ¿Pero tienen el mismo valor cincuenta personas que han cruzado el Atlántico para protestar en la Puerta del Sol que mil que tan sólo han recorrido la Castellana?