
No comparto los juicios morales sobre un producto de ficción ni tampoco espero que, además de entretener, busque dogmatizar, politizar o educar al espectador.
Es evidente desde el mismo prólogo que Scorsese no pretende condenar ni redimir al personaje interpretado por DiCaprio, lo que nos ahorra el clásico planteamiento de los biopic: ascenso, caída, redención (gracias a la religión, la familia...). Y también que tiene simpatía por ese Jordan Belfort interpretado por DiCaprio, aunque como el actor comentó sea un patán. Incluso en Estados Unidos se ha relacionado el hecho de que DiCaprio no obtuviese -y van...- el Oscar con el personaje que representa (la carta de la hija de un estafado explicando quién fue realmente el Lobo y qué les ocurrió a sus víctimas).

Y antes de que desaparezca de tu memoria la película de Scorsese tecleas "Las drogas del Lobo de Wall Street" y sí existe el lude (bendito lude9. Y también todas sus amigas: “El quaalude, o lude como se le suele llamar vulgarmente, fue sintetizado por primera vez en 1951 por un doctor indio como un sedante, y fue prescrito para tratar a amas de casa estresadas con trastornos del sueño. Pero muy pronto, alguien se dió cuenta de que si resistes las ganas de dormir solamente por 15 minutos, se consigue un buen subidón. La gente no tardó en abusar de los “ludes”, por supuesto, y en 1982, el gobierno de los Estados Unidos, junto con el resto del mundo, los incluyeron en la Categoría I (de sustancias controladas)”.
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