
En Caravaca de la Cruz también (repito ciudad para que la joven, mi amiga, decida regresar ya con su bebé), en la cafetería San Antonio de la Plaza Tuzla, muchas veces, mientras saboreamos una cerveza aprovechando el sol de octubre, le pido al camarero que caliente el potito para mi bebé. Más de una vez nos ha dicho que lo calienta sin necesidad de tomar nada.Escribo ahora de biberones y potitos porque, en algún chiringuito de playa, con los consabidos “el baño solo es para clientes”, he visto otros letreros en que advierten que no calentarán la comida del nene o cobrarán por esos treinta segundos o un minuto, dependiendo del microondas.Nada parecido he encontrado aún ni en Caravaca ni en Murcia capital: he pagado mi consumición y los camareros amablemente han preparado la comida. Quiero pensar que, en caso de salir de casa sin dinero, se ofrecerían, como hizo el camarero de la cafetería San Antonio, a calentármelo. Quien haya escuchado llorar a un niño hambriento sabe que, al igual que las necesidades de una mujer embarazada, no es cuestión de “aguanta que en media hora estamos en casa”.En Caravaca de la Cruz un comercio (y con ese otros si su enfado la lleva a no volver a la localidad) ha perdido uno o más clientes, ya que en su Facebook sí indicó el nombre del establecimiento poco amigable. Pedimos, con razón, que compren en nuestra ciudad: si tú arreglas aquí tu calzado, el zapatero a su vez comprará aquí los libros del colegio de sus niños; el librero con los beneficios sus muebles; el...; insistimos en que los establecimientos de las ciudades suelen ser fríos, sin alma... pero como no recuperemos la hospitalidad, cuyo significado del griego sería “amor a los extraños” y en latín “recibir a los invitados”, nada nos distingue de esos emporios que se están llevando todo el comercio de nuestros pueblos y con él nuestra juventud que sabe que, aunque quisiera, no tiene futuro en el barrio, ya no pueden crecer juntos.
Una dependienta que impide que utilice el aseo una embarazada no es la bienvenida que los forasteros esperan recibir de los caravaqueños y sus comerciantes. Espero que mi amiga no se quede solo en ella, sino también en las vendedoras de DRUNI o en el camarero de San Antonio, quienes por cierto muestran mayor inteligencia a la hora de llevar su negocio.
Una dependienta que impide que utilice el aseo una embarazada no es la bienvenida que los forasteros esperan recibir de los caravaqueños y sus comerciantes. Espero que mi amiga no se quede solo en ella, sino también en las vendedoras de DRUNI o en el camarero de San Antonio, quienes por cierto muestran mayor inteligencia a la hora de llevar su negocio.
0 comentarios:
Publicar un comentario